AFRONTAR LAS VACACIONES

Cada cambio en la vida requiere un proceso de adaptación, y cuando finaliza el curso escolar y el ritmo del colegio se termina para comenzar las vacaciones de verano, es un cambio y un motivo de estrés para los padres porque hay que buscar soluciones que nos permitan seguir con nuestra jornada laboral y nuestros hijos en casa “sin hacer nada”. No importa las veces que lo hayamos hecho. Habitualmente nos va a generar angustia y dificultad.

Deberes sí o deberes no

Muchos padres nos preguntan en la consulta si es bueno que los niños hagan deberes en verano. Lo ideal es mantener un ritmo constante y sencillo de mantenimiento de lo que hayan visto en el curso. Sin agobios y sin estrés. Hay que recordar que los niños están de vacaciones, como nosotros, y no nos podemos convertir en sus profesores.

Si no lo hemos hecho hasta ahora, hay que definir un espacio en casa para el estudio y la realización de las tareas y solo para eso. Ha de ser tranquilo, sin distractores, confortable, amplio y con buena luz y siempre el mismo para que no pierdan el hábito de estudio.

Campamentos o familiares

Cualquier decisión que tomemos para nuestros hijos va a ser compleja. Hay padres que tienen padres quienes se ocupan de los nietos y se los llevan a la casa del pueblo o de la playa, y, por tanto, no les podemos exigir, aunque en ocasiones lo hagamos, que sean un calco nuestro y regañen a los niños. Es más, debemos contar con que van a hacer lo contrario de lo que les digamos.

La opción campamentos es una decisión más aséptica y menos estresante, pero también conlleva una planificación y el deseo del niño de estar en ellos. Hay múltiples opciones y a la hora de elegir se nos plantean muchas dudas: de deporte, en inglés, en nuestro país, fuera de nuestras fronteras, urbanos, en el cole, multiaventura… La mejor solución para elegir bien es valorar las actividades que a nuestros hijos les gustan y que han hecho durante el curso y darles continuidad. 

Y por fin llegan las vacaciones

Ha llegado el momento deseado y por fin nos podemos ir a nuestro destino vacacional. Hemos acabado el estrés del trabajo, pero nos viene otro tipo de estrés: estar juntos en familia. Este periodo, como las Navidades es un periodo que, aunque agradable, nos supone una fuente inicial de estrés hasta que se vuelve una rutina. Para afrontarlo debemos recordar que:

El desarrollo de técnicas de afrontamiento permite aprender a relajar la ansiedad y las reacciones ante el estrés. La piedra angular en el desarrollo de técnicas de afrontamiento es saber relajarse y modificar nuestros pensamientos de anticipación de lo que va a ocurrir.

Nuestros pensamientos no tienen por qué aumentar nuestras emociones negativas, sino que pueden actuar como calmantes de un estado de tensión. Para ello hemos de cambiar nuestro monólogo interior generador de estrés por un monólogo de afrontamiento que nos liberará poco a poco de esos síntomas emocionales y conductuales negativos.

Para hacerlo podemos elaborar pensamientos de afrontamiento que se basen en estas fases:

  1. Preparación. – No hay de qué preocuparse, estaré bien, ya he hecho esto en ocasiones anteriores.
  2. Afrontamiento de la situación. – Puedo hacerlo, no pasa nada si cometo un error, organízate, paso a paso.
  3. Afrontamiento de las emociones. – Respira profundamente, presta atención a lo que estás haciendo, puedo controlarlo.
  4. Reforzamiento del éxito. – Lo he conseguido, lo he hecho bien, soy capaz de relajar mi tensión.

¡Y no se os olvide disfrutar de las vacaciones!

María José Rebollo

Psicóloga colegiada M-14839

DISTORSIONES COGNITIVAS EN NIÑOS

  • Los padres de María se van a divorciar. María piensa: “es por mi culpa, si me hubiese portado bien esto no hubiese pasado”.
  • Pablo tiene una presentación en clase y piensa: “lo voy a hacer fatal, todos se reirán de mí”. 
  • La madre de Pedro ha llegado a casa agotada después de un día largo de trabajo. Pedro piensa: “no quiere pasar tiempo conmigo”.
  • Víctor se ha lesionado y no podrá jugar fútbol por un tiempo. Piensa: “esto es lo peor del mundo, odio mi vida”.

Estos son algunos ejemplos de distorsiones cognitivas que pueden presentar los más peques. Son patrones de pensamiento erróneos que afectan la forma en la que se interpreta la realidad.

Es normal tener este tipo de pensamientos de vez en cuando. Sin embargo, si es algo habitual, puede tener un impacto negativo a nivel emocional y de autoestima. 

Distorsiones más comunes que pueden presentar los niños: 

  • Abstracción selectiva o filtro: Focalizar la atención en los aspectos negativos de una situación, dejando por fuera otros aspectos importantes (por ejemplo, un niño se centra sólo en los errores que cometió en su presentación, ignorando todo lo que hizo bien).
  • Pensamiento dicotómico: implica pensar en términos de “todo o nada”, es decir, ver las situaciones en extremos, sin tener en cuenta puntos intermedios (“si no obtengo un 10 en el examen será un fracaso”).
  • Sobregeneralización: extraer conclusiones generales a partir de un solo evento (“nunca me sale nada bien”).
  • Lectura del pensamiento: asumir que saben lo que piensan los demás (“deben pensar que soy tonta”).
  • Visión Catastrófica: tendencia a esperar lo peor en cualquier situación (“no voy a ser capaz”).
  • Personalización: verse a sí mismo como responsable de acontecimientos externos que son incontrolables (“es por mi culpa”).

Este tipo de pensamientos puede producir mucho malestar e influir en su comportamiento y la forma de enfrentar las situaciones del día a día. Por tanto, abordarlos desde la infancia puede ser beneficioso para conseguir un mejor ajuste psicológico y social en la adultez.

En terapia, podemos ayudar dotando a los niños de estrategias que les permitan desarrollar una visión más equilibrada y realista de sí mismos, de los demás y del mundo que les rodea. 

Si necesitas ayuda, no dudes en contactarnos: info@iluminapsicologia.com

Mª Gabriela Palma

Psicóloga Sanitaria M-40285