Cómo reconocerla, por qué aparece y qué puede ayudarte a sentirte mejor
¿Alguna vez has notado que tu corazón late más deprisa, que tu mente no se detiene o que sientes una tensión constante sin motivo aparente?
Muchas personas lo describen como “vivir en alerta”, sin poder relajarse del todo, incluso cuando todo parece estar bien.
La ansiedad no es un defecto ni una debilidad. Es una respuesta del cuerpo y de la mente ante algo que perciben como amenazante o demasiado exigente. Y aunque todos la sentimos alguna vez, cuando se vuelve intensa o persistente puede afectarnos profundamente.
Este artículo te ayudará a comprender mejor qué está ocurriendo cuando aparece la ansiedad y cómo empezar a relacionarte con ella de una forma más saludable
Qué es la ansiedad y cómo se manifiesta
La ansiedad forma parte del sistema de defensa del cuerpo.
Nos prepara para actuar ante el peligro. El problema aparece cuando esa “alarma” se activa de manera continua o desproporcionada, incluso sin un motivo real.
- Algunas señales frecuentes son:
- Sensación de nerviosismo o agitación constante
- Dificultad para concentrarte o sensación de “mente en blanco”
- Tensión muscular o molestias físicas (nudo en el estómago, opresión en el pecho)
- Palpitaciones, sudoración o respiración entrecortada
- Problemas para dormir
- Evitar situaciones que generan malestar
En realidad, la ansiedad no busca dañarte, sino protegerte. Pero a veces se vuelve una alarma demasiado sensible.
Por qué aparece
La ansiedad no surge por una sola causa. Es el resultado de varios factores que se entrelazan:
- Biológicos: cierta predisposición genética, alteraciones hormonales o falta de descanso.
- Psicológicos: pensamientos catastrofistas, exceso de autoexigencia o dificultad para
- poner límites.
- Contextuales: sobrecarga laboral, cambios vitales, duelos, inseguridad o conflictos.
- Emocionales o traumáticos: cuando experiencias pasadas dolorosas no se han procesado del todo, pueden reactivarse en forma de ansiedad ante situaciones actuales.
A veces, lo que hoy sentimos como “ansiedad” tiene raíces más profundas. Por eso es importante no quedarse solo en los síntomas, sino escuchar lo que el cuerpo está intentando decir.
Qué ocurre cuando no la atendemos
Cuando la ansiedad se mantiene a lo largo del tiempo, puede afectar a distintas áreas de la vida:
- Dificultad para descansar o desconectar
- Problemas de concentración o memoria
- Irritabilidad o cambios de humor
- Sensación de agotamiento constante
- Aislamiento o evitación de actividades placenteras
- Síntomas físicos (dolor de cabeza, tensión muscular, problemas digestivos)
- Atenderla no significa eliminarla, sino aprender a reconocer sus señales, regular la intensidad y comprender su origen.
Qué puede ayudarte
Hay distintos caminos para trabajar con la ansiedad. Es importante que cada persona encuentre el suyo.
Algunas estrategias que pueden resultar útiles son:
- Respirar conscientemente. Dedicar unos minutos al día a respirar despacio y con atención ayuda a calmar la activación del cuerpo.
- Mover el cuerpo. Caminar, estirarte o practicar yoga facilita liberar la tensión acumulada.
- Observar tus pensamientos. Anotar lo que pasa por tu mente cuando sientes ansiedad permite tomar distancia y evitar que esos pensamientos dominen tus acciones.
- Cuidar los vínculos. Compartir lo que sientes con personas de confianza puede aliviar la carga emocional.
- Buscar acompañamiento psicológico. A veces, la ansiedad está sostenida por experiencias o patrones más profundos que necesitan ser comprendidos y trabajados con ayuda profesional.
La terapia no es solo un espacio para “hablar”, sino para entender, integrar y encontrar nuevas formas de estar contigo mismo. Si necesitas ayuda, podemos ayudarte: info@iluminapsicologia.com
Sabrina Otero
Psicóloga sanitaria M-42685