Mente, cuerpo y emociones. Ilumina psicología

El cuerpo como herramienta de autoconocimiento

La mente y las emociones.

‘’El cuerpo lleva la cuenta’’ escribe Bessel Van Der Kolk. Acostumbrados a no escuchar a nuestro cuerpo, ya sea por miedo, por falta de educación sobre el mismo, o porque creemos que mente y cuerpo son dos aspectos separados, acabamos generando interferencias sobre este que no permiten la adecuada regulación de nuestro organismo, o lo que es lo mismo, vivirnos de forma completa y plena. 

Tendemos a controlar nuestro cuerpo, evitamos la ansiedad y las emociones que nos resultan frustrantes, en vez de parar, escuchar y transitarlas. Simplemente con estos tres movimientos las sensaciones corporales desagradables disminuyen o se alivian, solo con ponerse en contacto con ellas. 

Además, el cuerpo, a diferencia de la cabeza, no miente, y tiene memoria. Las experiencias vividas a lo largo de los años se quedan almacenadas en nuestra memoria corporal, son reactivadas por situaciones que guardan similitud con lo ya vivido y se hacen presentes en el cuerpo en forma de síntomas físicos. 

¿Qué consecuencias tiene no prestar atención al cuerpo?

Para empezar, la pérdida de información sobre lo que nos ocurre. También, el mantenimiento de aquello que se nos despierta en el cuerpo, esos síntomas físicos, como por ejemplo la ansiedad, el insomnio, problemas gastrointestinales, cutáneos, o simplemente sufrir de amigdalitis. 

¿Qué sentido puede tener la aparición de estos síntomas en mi cuerpo?

Tomando como ejemplo los problemas de faringitis o amigdalitis, podemos parar a revisar qué hacemos nosotros con nuestra garganta. ¿Cuándo siento ganas de llorar me permito hacerlo, o por el contrario contengo ese nudo que se me despierta en la garganta? ¿Puedo darme cuenta de que mi cuerpo me está diciendo que hay algo que necesito expresar, o rápidamente corto la emoción dejando a mi cuerpo dolorido? ¿Paro a escuchar a mi cuerpo y lo que se me está despertando en él? 

Ejercicios para escuchar al cuerpo: 

  1. Parar, respirar y entrar en contacto con nuestra respiración. Darnos cuenta de si es tranquila o agitada, de si la siento fluida o, por el contrario, noto cómo se me interrumpe. 
  2. Parar a escuchar las distintas partes de mi cuerpo, mi pecho, mi estómago, mis hombros, mi espalda… y preguntarme: ¿Noto tensión en alguna de las partes de mi cuerpo? Y si la siento, ¿Cómo es esa tensión, ¿qué forma tiene, y qué sensación me produce? 
  3. Terminar preguntándome, ¿para qué siento este nudo en la garganta, esta bola caliente en el estómago o el hielo en mi pecho? ¿Qué me está queriendo decir mi cuerpo?

Afortunadamente tenemos la oportunidad de entrenarnos en la escucha al cuerpo a través de la terapia, practicando con nuestro terapeuta estas preguntas y así devolver a nuestro cuerpo el lugar que merece. Si quieres hacer terapia con nosotros y contactar con tu cuerpo y tus emociones, escríbenos a info@iluminapsicologia.com o ponte en contacto con nosotros aquí.

Laura Villa Manzano

Psicóloga colegiada M-36481